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Mostrando las entradas de abril, 2023

El festival alegre

 Cuando mi familia emigró de Japón para instalarnos en Argentina yo tenía dieciséis años. Mi papá era gerente de alto rango en una petrolera y nos vinimos a vivir acá. Recuerdo que el contraste cultural fue inmenso y se me hizo muy difícil acostumbrarme al cambio. Sin embargo, esta historia no es sobre mí ya que no creo que una mudanza pueda ser interesante. Fallan algunos escritores en pensar que la historia que escriben es la que quieren escribir. Uno escribe la historia que se debe contar.  Esta historia es sobre un maestro que tuve en la escuela primaria, allá en Japón, llamado Kei san. En realidad, Kei san nunca fue mi maestro de clases.  Cuando yo era chico él enseñaba en grados más altos, y cuando llegué a grados más altos él enseñaba en secundaria, y cuando llegué a secundaria él ya no trabajaba en el aula. A pesar de esto, fue mi maestro durante todos esos años. El maestro Kei san se distinguía del resto de los docentes de la escuela a la que yo iba, y más adelan...

Calistenia

 El despertador de Juani era una música suave que su mamá Laura prendía todas las mañanas mientras la taza de leche daba vueltas en el microondas. A veces sonaba Ricky Martin, a veces Coldplay, a veces música relajante de Youtube. Entre la música y los primeros vestigios de la luz que entraba por la ventana, Juani escuchaba el pitido del microondas y sentía el olor a chocolate y sabía que el día había empezado. La cama calentita lo atrapaba con sus pinzas de pulpo y la almohada le susurraba al oído mil razones para quedarse acostado, pero Laura aparecía con la taza caliente en una bandeja con vainillas y Juani no podía evitar sentirse tentado por este tentempié.  Mientras Juani iba al baño en calzoncillos y medias blancas, Laura le preparaba el uniforme de colegio sobre la cama y le dejaba al lado de la alfombra las zapatillas que tenía que usar ese día porque en el colegio hacían deporte.  En el colegio Juani jugaba al fútbol y al softbol, siempre lo elegían primero y lo...

Puntos de vista 1

 Un padre divorciado es observado a través de la ranura anónima de unas persianas. Hace mucho que su hija Sofía y su mujer Mónica no aparecen en escena.  Desde la ventana, torpe postal del espía de barrio, no se llega a ver que detrás del perchero en la sala hay una puerta, y al abrirla una escalera. Desde la ventana no se puede oler la humedad que busca escapar del sótano, ni se siente el calor sofocante, el ambiente pesado que envuelve el cuerpo al descender y hace temblar los huesos sin motivo. No se puede oír desde la ventana de espía crédulo cuando el padre divorciado baja al oscuro sótano con una bolsa de pan y al abrirla grita “Sofi, Mónica, ¡a comer!”.

Puntos de vista 2

Se sacudía el manzano empujado por el viento de un lado a otro, cargado de frutas rojas y otras aún verdes que se aferraban para no desprenderse. Todas las manzanas sabían que quienes caían se deshacían en el barro del tiempo, fagocitadas por los elementos del clima.  El objetivo de sus vidas era brillar y verse sabrosas para tentar al humano que las descolgaba cada tanto. Soñaban ser elegidas para salvarse del triste derretimiento. Ansiaban ser seleccionadas para viajar al otro mundo, al otro lado del tiempo, a un lugar desconocido pero aún así menos temido que caer y ser consumidas por las aves rapaces y los gusanos transformadores.  Ser peladas vivas, despedazadas a mordiscos y cortadas en rodajas no era una preocupación que se les ocurriera.  Cada manzana cargada de semillas prueba que la muerte da paso a la vida.